Tuesday, August 09, 2005

Auschwitz (Oswieciem)

Creo que no importa cuántas personas lo hayan contado ya... es necesario liberarse de la impotencia y del dolor que da estar en donde tantos han muerto por causas que escapan a los límites de la comprensión humana.
El ejemplo de la indolencia Nazi que lo recibe a uno es realmente desolador. Birkenau, también conocido como Auschwitz II, permanece erigido sobre un área que cansaría a un maratonista si quisiera caminarlo completo. La frialdad con la que fue convertido en la realidad que fue, parte de la que queda, es totalmente repulsiva. Genera sentimientos encontrados en quien camina entre campos de dolorosa paz, en donde hasta el canto de los aves parece parte de un interminable rito fúnebre.
Sin embargo... es algo que considero que la gente del mundo debe conocer. No en vano se han colocado placas en el monumento conmemorativo, en Birkneau, para hablarle a la humanidad en pocas pero sensibles palabras, en más de una docena de idiomas distintos, para invitarlos a nunca olvidar lo que allí ha sucedido.
El debate en mi mente no cesa: apegarme a lo que he visto - que me parece suficientemente aterrador - o descargarme igualmente con mis juicios morales a estos abominables personajes, responsables por el dolor de tantos. Ciertamente la historia en fotos o en video puede decir mucho de lo que vi... incluso, ahora busco con fascinación buenos documentales al respecto. Es impresionante lo poco que sabía de todo esto! No debería haber escuela en el mundo que deje de abrirle los ojos a los estudiantes y decirle la verdad que allí sucedió. Al menos la parte que es hasta ahora conocida. Todo aquello que 61 años después sigue siendo aún un misterio, y creánme: no creo que encontremos nada que nos haga pensar que lo que desconocíamos era ni siquiera un ápice menos cruel de lo que ya sabemos.
Con geométrica frialdad, Birkenau aún conserva todo aquello que los alemanes no pudieron destruir al finalizar la guerra, en el año 1945. Algunas bombas fueron plantadas en los campos de concentración para asegurarse de que los edificios más crueles fueran destruídos. Por supuesto, las cámaras de gas y los crematorios se alineaban de primeros en la lista! Algunas barracas, no de manera aleatoria, también fueron derribadas vía explosiones, tanto en las zonas de la muerte, como en los campos de trabajo.
La definición moderna de trabajo forzado debe ser una pequeñez al lado de lo que se puede imaginar uno cuando camina por un sitio en donde el viento le hiela hasta el tuétano de los huesos. Imposible es, ciertamente, no conmoverse ante el dolor de tantos, ejecutados sin absolutamente ningún juicio, millones de ellos sin una verdadera razón para enjuiciarlos en las leyes establecidas en un mundo con mediana sanidad mental. Obviamente, pensando de manera monstruosa, ensañándose contra una raza completa, no es tan difícil entender los criterios de selección de las personas. Aclaro que el "entender" el criterio no lo hace más aceptable, en lo absoluto.
Viniendo desde todos lados de Europa del oeste, del centro y del este, miles de personas embarcadas en trenes surcaban las últimas millas de su vida. Muchos de ellos fueron seleccionados inmediatamente después de bajar del tren para ser aniquilados sin piedad, mediante Dios sabe cuántas estrategias distintas. El gas no fue siempre la herramienta utilizada, y no dudo que hayan empleado muchas otras más crueles. El destino final, luego de ser hurtado y vejado al menos dos veces, era el crematorio. Pozos de cenizas de quienes allí cayeron aún yacen en zonas alejadas de los campos de trabajo, en donde los reclusos vivos, en su mayoría judíos, eran forzados de manera brutal a ocuparse largas horas en seguir expandiendo el campo, lo que no les haría en lo más mínimo gozar de mejores condiciones.
Visitar una barraca demuestra que no puede ser falso cualquiera de los reportajes que se hayan hecho al respecto: cinco personas durmiendo en el espacio en donde difícilmente cabría yo. Literas triples para alojar 15 personas en tres bandejas de metro y medio cuadrado. Una chimenea para intentar calentar casas que ya en verano son frías. Precaria pero bien concebida arquitectura, orientada a la minimización y total optimización del uso de los materiales. Letrinas masivas a un lado de la cabaña... especie de cajas de arena al lado opuesto de aquellos recintos de destrucción. Una demostración fehaciente de los vejámenes que puede soportar el hombre mientras mantiene su dignidad.
El inicio de los campos de concentración fue bastante más lento, al parecer. Llegar al museo de Auschwitz, donde muchos otros vivieron para morir, y otros tantos simplemente llegaron a morir, es tener que pasear por los edificios donde la SS planificaba y ejecutaba toda clase de torturas, juicios y depravaciones varias - no pocas -. Aquellos que llegaban a morir contribuían con sus pertenencias - joyas, equipajes y hasta dientes de oro, prótesis y otros efectos realmente personales - al ideal de la Europa Libre que Hitler y sus secuaces soñaban.
Los que se quedaban, no solo lo hacían para construír los lugares donde ellos morirían. Eran el motivo de burla de los oficiales alemanes, quienes, en medio de su interminable aberración, literalmente gozaban de la brutalidad de ver a otros siendo duramente reprimidos y oprimidos. Para tener un estricto control de quienes morían, inicialmente se fotografió de frente y por ambos lados a todos los habitantes del campo, hasta que nació Birkneau, cuando la masificación del holocausto fue tal, que solo los no-judíos mantuvieron el honor de la fotografía.
A manera de explotar aún más la crueldad, los padres de familia eran los últimos en morir. Las eternas galerías de fotos que acompañan las visitas por los pabellones 6 y 7 del sonado campo - el más grande conocido en el mundo -, refiriendo detalles por persona de su nombre completo, su profesión, la fecha en la que entraron al campo, y la fecha en que murieron. Sí, todos ellos, miles, muertos. Hasta donde observé, quien más vivió, logró hacerlo por 14 meses. Inevitablemente agotado por la mala comida, el mal sueño, la intensa jornada de trabajo, el maltrato físico y emocional de estar allí, de no saber hasta cuándo, de no saber cómo salir - porque aparte, el campo se exhibía con triple protección electrificada y fortificada para aquellos temerarios -, todo el que entraba a trabajar intentaba no perecer en el intento.
No pocos... más de millón y medio, no lo lograron. Mis respetuosas palabras de dolor para todos ellos, aún sin tener derecho a contar su historia, pero un poco más informado, aún más terriblemente conmovido.
Descansen en paz todas sus almas.

1 comment:

Charles Hunk said...

Bimbo me defecas con tu capacidad de redacción. Muy buen material de lectura, además de enriquecedor.